domingo, 23 de junio de 2013

LVII (OVIEDO)

Yazco en movimiento perpetuo,
en tus curvas entre mis manos,
en tus cuestas bajo mis pies,
en tus veranos lluviosos.
Yaces bajo mis pies, girando y quieta,
antigua y hermosa, de paredes de arenisca renacentista,
empapada en lágrimas
                                      (la fuente del caracol, "agua que brota entre las rocas"),
y yazco yo, en ti, contigo,
en un banco bajo tus ojos castaños de indias,
y te imagino libre y con los pechos descubiertos,
desnuda de Estado, cantonalista y utópica
                                                (menos burguesa, menos azul, menos dormida),
y me escuchas maullar las noches de desvelo
y te escucho maullar, junto a la torre románica,
a la sombra del ojo del Magistral,
y te escucho gemir sobre mi techo y gritar a la salida del recreo,
y tomo aliento y el aire me sabe a tostar cacahuetes
tras subir a caricias hacia el Paraiso
                                              (a la sombra de tu muralla)
ansiando por llegar a tus pestañas blancas
que en navidad pintas de olor a castañas, incienso y cuero,
y perderme de nuevo, yaciendo en ti, contigo, tuya.

domingo, 20 de enero de 2013

LVI

Volví a cerrar los ojos.
Ojalá dejase de ver en mi mente –pensé-,
como sempiterno cuadro, su mirada
tierna como carne poco hecha.
Su sonrisa de vientre de golondrina,
sus pómulos de manzana roja mojada por el rocío.
Ojalá soñase con ella.
Ojalá dejase de soñar con ella.
Ojalá no hiciese falta un sueño
para poder volar con ella,
entre sus labios,
entre sus manos, y
suavemente,
lentamente,
como la marea subiendo,
fundirnos la piel en una sola.

sábado, 19 de enero de 2013

LV

Cerré los ojos.
Ojalá soñase con ella.
Ojalá nunca despertase de ese sueño…
-Insha'Allah.
-¿Qué desea? –me preguntó una camarera árabe,
sin rostro y con un bonito vestido verde.
-Quizás deseo verde.
Una trampilla se abrió bajo mis pies.
Permanecí un instante,
una eternidad,
suspendido en aquel aire antes de darme cuenta.
Miré hacia abajo.
El zepelín sobrevolaba una llanura.
Una llanura verde.
Casi no había nubes.  
Me di cuenta entonces: tenía que caer.
Dejé que la gravedad me arrastrase,
lejos del monstruo volador.
Quizás no había sido la decisión correcta.
Caí.
Mi pierna dio una patada a la pared y abrí los ojos.
Los cerré, y los volví a abrir:
No había diferencia, todo negro.
Palpé la pared.
Tropezé con la mesilla de noche
-¿dejan de existir las mesillas durante el día?
¿se ocultan en una cueva donde duermen bocabajo?-.
Derribé un vaso de agua sobre los poemas.
Maldije.
Por fin, el interruptor.
Luz, cegadora.
Se contrajeron las pupilas.
No había soñado con ella.

martes, 4 de diciembre de 2012

LIV

Sigo los pasos de tus pies,
caminando mojados y desnudos sobre la hierba,
enredados en el verde y el rocío.

Y tu cuerpo,
tu cuerpo de algodón y de lana,
tu cuerpo de pan y de harina,
tu cuerpo de viento del sur y de nubes,
tu cuerpo de tacto suave de temible felino,
tu cuerpo de olor a belén y a luces de colores
se me escapa entre los dedos
como una ducha de agua fría.

viernes, 23 de noviembre de 2012

LIII

Sigo soñando con hundir mis dedos
en tu pelo como en hojas de Otoño
y que mis labios rocen
lentos, suaves y ardientes
la imaginaria línea
debajo de tu oreja,
frontera de tu nuca...
Sueño y parece eterno y tan lejano,
sueño desde hace tanto y de tal forma
que los recuerdos pesan como piedras,
como montañas que aplastan el alma,
alma que arde en las llamas
de incendio de deseo
de tu cuerpo y me abrasa.

martes, 20 de noviembre de 2012

LII

Te veo en mis sueños pétrea e inamovible
como el faro de mi puerto y mi destino,
deslumbrándome hasta hacer que me salten las lágrimas,
recordándome el motivo de mi viaje a la deriba,
guiado por tu luz de amanecer siempre hacia el Este.

No quiere morir en mí la esperanza
y aunque las corrientes me alejen de tu costa
la brújula me señala, incansable,
la ruta hacia tus labios,
y no será hoy el día, ni mañana,
en que abandone mi viaje y me rinda:
mi alma está ya náufraga y perdida
entre la bruma del deseo de tu cuerpo
y sólo por ti puede ser rescatada.

domingo, 21 de octubre de 2012

LI

Ahora que el Otoño nos conquista la vida
y tus ojos me llevan hacia las redes de tus manos
y tus dedos me atrapan con el más leve roce
mientras mi alma se pierde en tu mirada y en mis sueños,
sueño correr contigo bajo la lluvia,
entre risas,
buscando un techo bajo el que refugiar nuestros besos
y mezclar nuestras almas bajo un paraguas compartido,
o en un abrazo para combatir al helador viento,
y naufragar contigo bajo la lluvia,
en tu risa de golondrina
y en tus ojos cerrados junto a los míos
refugiados de la tormenta bajo la sábana.